Los gatos tienen fama de independientes y no rendirle cuentas a nadie. Tal es el estereotipo que mucha gente ni se plantea la posibilidad de entrenar a su gato de compañía. Pero, ¿y si de verdad puedes enseñarle trucos a tus gatos? No solo sería un gran entretenimiento para las visitas, sino que os haría la vida un poco más fácil a ambos.
Aquí te hemos preparado una lista de comandos que puedes enseñarle a tu gato. Si no sabes cómo proceder o qué tener en cuenta a la hora de planear la sesión de entrenamiento, este artículo explica las condiciones óptimas en las que empezar las clases, y qué herramientas puedes necesitar. Sin posponerlo más, ¡allá vamos!
Hacer que mi gato responda a su nombre
Mucha gente cree que no importa el nombre que le pongas al gato, puesto que no va a contestar cuando lo llames. Esto es un mito muy común y extendido. Suele ocurrir cuando adoptas a un gato adulto, que ya tiene nombre establecido. Si tiene un apodo al que responde, plantéate mantenerlo así y dejarte de quebraderos de cabeza. Si por el contrario, tu gatito no está bautizado todavía, o crees que no le pega el ‘mote’ anterior, enseñarle acudir cuando le llames por un nombre nuevo es muy sencillo.
¿Cómo hago para que mi gato venga cuando quiero?

Lo mejor es empezar a llamarlo cuando se encuentra en la misma habitación que nosotros. Así, nos mirará cuando emitamos el sonido. Para que se acerque a nosotros, debemos llamar su nombre a la vez que le mostramos una chuche. De esta forma, identificará su nombre con recibir una recompensa. Este aliciente le hará más proclive a acudir ante la llamada.
Para hacer el entrenamiento más efectivo, lo más práctico es hacerlo entre dos personas, una en cada punta de la habitación. Igual que un bebé que está aprendiendo a andar, lo mejor es llamar al gato de un lugar a otro, ofreciéndole una golosina cuando acude a la persona que le está llamando. Aparte de snacks de gato, se le puede recompensar con caricias o incluso un juguete con el que acabar la sesión de entrenamiento.
Una vez hayas comprobado que responde a la llamada cuando estáis en la misma habitación, empieza a llamarlo desde otros lugares de la casa. Usa el mismo tono amistoso que has utilizado hasta ahora. Una vez que llegue desde otro cuarto, recuerda recompensarle con una chuche y mimos. En cuestión de semanas aprenderá a acudir al oír su nombre, y será mucho más fácil encontrarle cuando creamos que se ha perdido, o no consigamos descubrir dónde se ha escondido para echarse la siesta.
Hacer que tu gato no muerda

Admitámoslo, es muy difícil resistir la tentación de jugar con un gato acercándole la mano. Se tumban ahí, tan pomposos y con la barriga al descubierto, que es imposible no intentar acariciarlo o hacerle cosquillas. También es muy adorable ver a un gatito morderte y jugar con él usando nuestras manos.
No obstante, es un error interactuar así con un felino. Mientras que morder al jugar es una forma natural de relacionarse entre ellos, normalizar los mordiscos y arañazos a humanos es un descuido que nos puede pasar factura más adelante. Al igual que se dice de los perros, no transijas cuando son pequeños lo que no querrías que hicieran de adultos. Es decir, si no te gustaría que te mordiera un gato adulto, es mejor enseñarle desde que es un gatito diminuto a no hacer eso, por muy cuqui que sea o el poco daño que haga.
¿Cómo hago que mi gato deje de morder?
Lo primero de todo, debemos aprender a leer las señales que nos da nuestra mascota. Muy pocos gatos van a acercarse a un humano y le van a dar un mordisco sin venir a cuento. La mayoría de las veces, es la persona la que acerca la mano. Si solo se está acariciando, tenemos que vigilar el lenguaje corporal del felino. Si este no tiene ganas de mimos, lo hará saber haciendo varias cosas: cambiar la respiración, mover las orejas hacia atrás, y mover la cola a modo de látigo contra la superficie en la que esté recostado, por ejemplo. Todas estas son señales de que el gato se siente sobreestimulado y quiere que dejes de tocarle. Por muy adorable que esté, debemos hacer de tripas corazón y respetar sus deseos. Te ha avisado de que no quiere contacto físico, el siguiente paso es dar un mordisco.
Si nuestro gatito –o gato ya adulto– está recurriendo a los colmillos, debemos hacer dos cosas: ignorar y desviar la atención. Cuando estemos acariciando a un gato, y este nos muerda, debemos retirar la mano cuando nos suelte y no volver a acercarla. Esto es efectivo por dos motivos; si el gato estaba harto de contacto físico, se ha hecho oír. Si estaba jugando y quería seguir, descubre que una vez que muerde a un humano, se acaban los juegos. Así aprende que morder o usar sus dientes en un humano no es una interacción positiva, y sólo recibirá indiferencia.

Pero, ¿cómo puedo jugar con mi gato sin que me muerda? Muy sencillo, hay que interponer algo entre el gato y nosotros. Es decir, si estamos jugando con nuestra mascota, y le entra el instinto cazador innato en el que araña, muerde y destripa, lo mejor es que lo haga con un juguete. Por esto es mejor interactuar con ellos mediante varitas de plumas, peluches pequeños o cualquier juguete diseñado para mamíferos de su tamaño. Durante el juego, el gato fantasea que el juguete con el que se está entreteniendo es su presa, por lo que es normal que lo trate de forma brusca. Por eso debemos ofrecerles estímulos con los que desfogarse, en vez de acercar la mano. Así, el peligro de recibir un rasguño o acabar con una marca fidedigna de la dentadura de nuestro gato se reducirá al mínimo.

Cómo hacer que mi gato preste atención
Ya lo hemos visto en el cine; los gatos entrenados para aparecer en películas saben prestar atención continua a un punto que les señale su dueño. ¿Cómo lo hacen? Para enseñarles a hacer esto, es mejor disponer de una varita con puntero y un clicker, del que hablamos en el anterior artículo, aunque también se puede señalar con la punta del dedo.
Para empezar, debes poner el puntero –o la yema de tu dedo índice– a unos 15 centímetros de la cara de tu gato. Este, por instinto, se acercará a olerlo y lo tocará levemente con el hocico. Una vez haga esto, debemos hacer sonar el clicker y recompensarle con una chuche. Este condicionamiento positivo hará que, con entrenamiento, el gato haga caso siempre a la posición del puntero. Esta técnica es muy útil para enseñarle a hacer otras cosas, como subirse a sillas cuando se le pida, o seguir un recorrido trazado por la varita.
- con botón clicker
- retráctil de 14 a 65 cm
- con bola para premiar en el hocico
- cinturón con cuerda de nylon ajustable
- fácil liberación del clip gracias al cierre del botón
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